martedì 1 gennaio 2008

El Orientalismo desde el Sur

RESUMEN DE LA INTERVENCIÓN DE JUAN CARLOS MARSET, PROFESOR DE ESTÉTICA DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA Y DELEGADO DE CULTURA DEL EXCELENTÍSIMO AYUNTAMIENTO DE SEVILLA

Creo que la introducción al volumen, debida a José Antonio, es una pieza maestra. Cuando yo estudiaba en la Columbia University a mitad de los años ochenta, Edward Said era uno de los profesores que allí enseñaba. Yo estuve matriculado de sus cursos pero finalmente me borré. Todo era demasiado simple o maniqueo. Me ocurría igual con los cursos de Julia Kristeva sobre género. A Said se le ha cogido en numerosas contradicciones epistemológicas. Esto es sabido. Lo que ocurre es que José Antonio analiza todo eso sin violentarse, no hay manera de rebatir el discurso, y eso es lo raro hoy. El orientalismo es un fenómeno complejo. Los jeques del petróleo hoy día adornan sus casas con cuadros de Delacroix. Existe la participación “indígena” en toda esa producción. Se puede entrar desde diferentes registros. Desde el punto de vista filosófico sería lógico, como ha hecho José Antonio, optar por el “falsasionismo” y por la pluralidad. Me parece que además hay otros conceptos que son muy fructíferos en el volumen, y que van a dar que hablar, como es el de “frontera cultural”, donde nos encontramos nosotros. Creo que es muy importante introducir en este debate sobre lo oriental el mundo extremo oriental, el Japón por ejemplo. Todo esto lo digo a sabiendas de que en Sevilla hay una Fundación que se llama Baremboin-Said, y que eso está bien. Pero sobre todo, yo que soy delegado de cultura de la ciudad de Sevilla, nacido en Santander, de orígenes entre albaceteños y vascos, casado con una alemana, no me siento con “raíces”, creo que el mundo es plural, y que hace falta el dialogo de civilizaciones. Diálogo en el sentido de Bajtin. Se ha banalizado mucho con esos términos. Así que termino con la idea de pluralidad y la necesidad de pensamiento crítico.


RESUMEN DE LA INTERVENCIÓN DE JUAN CALATRAVA, DIRECTOR DE LA ESCUELA SUPERIOR DE ARQUITECTURA DE LA UNIVERSIDAD DE GRANADA

Me uno a las palabras de Juan Carlos Marste en lo referente a la importancia de revisar el concepto de orientalismo. Aprovecho la ocasión para señalar que el libro que tenemos entre manos surgió en el Centro de Investigaciones Etnológicas “Ángel Ganivet”, que durante trece años fue un verdadero semillero de debates de la mayor trascendencia bajo la dirección de José Antonio. Ante determinados problemas cabe la posibilidad de renunciar a la razón buscando salidas formales, como si ese escepticismo llevase consigo la derrota de todo pensamiento. Aquí ante uns salida fracasada se sigue reflexionando. En lo que se refiere en particular a mi intervención en el libro, que se corresponde con el análisis de la aportación de un hiperracionalista como Le Corbusier , sobre cuya obra ahora preparo una exposición en el Centro Reina Sofía, he de señalar que ante Argel Le Corbusier pensaba que no solamente había que hacer reformas sino que se tenía que salvaguardar la casba, ya que ella representaba soluciones originales al problema del urbanismo que con la sola racionalidad no se podía conseguir. Creo que en este volumen se han explorado conceptos inagotables que nos llevan a plantearnos numerosas preguntas sobre lo oriental, y que la arquitectura está representada no sólo con mi contribución sino al menos con la de Rodrigo Gutiérrez sobre la influencia orientalista en la arquitectura latinoamericana y la de Mohammed Metalsi sobre el Marruecos colonial. Hoy sabemos, además, que la arquitectura islámica no es un todo quieto frente a las evoluciones de la arquiectura occidental, y que tiene su propia evolución interna. Vuelvo a reiterar que esta es una primera aportación a la que habrán de seguir otras.


PALABRAS DE PRESENTACIÓN DE JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ ALCANTUD

En el capítulo de agradecimientos quisiera mencionar a la Consejería de Cultura, Programa Rilhá Huellas de la Memoria, en la persona de don Jesús Romero, a la Casa de los Tiros, en la de don Francisco de la Oliva, a la Editorial Anthropos en la de don Esteban Mate, y por supuesto a mis queridos amigos Juan Carlos Marset y Juan Calatrava, que unen a esa condición la de ser magníficos intelectuales, y ostentar cargos públicos, delegado de cultura del Ayuntamiento de Sevilla, y director de la Escuela de Arquitectura de la UGR respectivamente. Le agradezco especialmente a Juan Carlos el haberse desplazado con su familia hasta Granada para esta ocasión, lo que es un gesto de amistad evidente.

Como mis ellos han puesto de manifiesta este libro viene a contribuir a la revisión del concepto de orientalismo. Cada vez genera más atracción estos asuntos tras el 11-s. El corpus de conocimientos que se va adquiriendo es muy amplio, sobre todo en lengua inglesa, poco menos en francés. Se están exhumando figuras secundarias, rastreando nuevas pistas y revisando hipótesis antiguas. El tema sigue siendo apasionante en sí mismo. No diré más para evitar redundancias.

Nosotros vamos a introducir la variable andaluza en el debate del orientalismo. Aunque parezca mentira la variable andaluza sigue estando muy subordinada. Creo que entre nosotros existe ya la necesidad de lanzar un debate propio, con argumentos de nuestra singular frontera cultural, vieja aspiración de quienes nos precedieron, muchos de ellos orientalistas emocionales (Blas Infante, de las Cagigas, Gil Benumeya, Bertuchi), y los menos racionalistas (Torres Balbás, García Gómez, entre otros). No obstante, son pocos son los investigadores que se dedican a este cometido, un puñado (E.Dizy, E.Martín Corrales, Amelina Correa, V. Morales Lezcano, Lily Litvak, entre otros). La subordinación a los parámetros interpretativos surgidos en el exterior han bloqueado nuestro propio conocimiento. El último, el meteoro Said, impactado en nuestras mentalidades sin que nadie diga nada a contrario.

Pero ante todo no se trata de introducir lo nuestro, sino de conseguir introducir la variable andaluza, y para ello hay que mirar lejos. Yo particularmente he procurado hacer eso metiendome en el laberinto de estudiar el orientalismo norteamericano o la génesis de Tombuctú como imagen del Oriente mistéric. Hay que huir de mirarnos sólo en nuestro espejo, que por demás es bastante atractivo para no quedar atrapado por él. Si no estudiamos otros orientalismos, incluido el extremoriental, difícilmente podremos devolvernos nuestra propia imagen sin distorsiones.

Este libro, que es colectivo, aunque reconozco en él una mayor impronta mía que en otros que he coordinado, no se podría explicar sin la pasión, inteligencia y capacidad de aguante de los autores, que han tenido que esperar cuatro años a su edición, dilatado período abierto con la crisis del Centro G anivet, donde se gestó. En el libro se abordan desde los orígenes del orientalismo en el mundo moderno, hasta los proyectos leborbusianos de Árgel, sin olvidar la filosofía de Edgard Quinet, los viajes de Edmondo de Amicis, el orientalismo periférico visto desde Melilla, el orientalismo menos marginal de Málaga, los debates entre arabistas y orientalistas, la fascinación alhambrista en América Latina, la egiptomanía en España, el orientalista granadino Isaac Muñoz, la arquitectura lyauteyana, y los precitados orientalismo norteamericano y tombuctiano, más las preguntas por la posibilidad de un diccionario de orientalistas, y el papel que ocupa en todo esto el canon destilado desde Andalucía. Es una obra colectiva en la que yo particularmente me he volcado mucho, y es un libro para leer, aunque también podía haber sido un libro para